
Pueblos vacíos, familias escondidas y la violencia sin freno en la sierra de Choix
La cosa está que arde en la sierra de Choix, pero no es calor ni sequía, es la guerra entre grupos armados que traen pleito por el territorio. Los balazos no han parado, y la gente de los ranchos ya no quiere esperar a ver qué les toca: unos han agarrado camino a otros pueblos, otros andan metidos en los montes con lo poco que pudieron cargar.
Los enfrentamientos en Bacayopa han sido de los más duros en años, algo que nomás se veía en la guerra de 2012 cuando la sierra se convirtió en zona de batalla. Ahora, el miedo es el mismo, y los pueblos están quedando solos.
Escapando como pueden
La alcaldesa de Choix, Yoni Gámez, dijo por teléfono que hay unas 100 personas metidas en la escuela de Casas Viejas. Todo porque la bola de hombres armados que llegaron desde San José de Gracia, cayeron de repente y agarraron desprevenida a la raza. Fue un despapaye: rafaguearon casas, quemaron carros y la gente salió corriendo pa’ donde pudo.
Los que se quedaron en la sierra andan agazapados, sin comida y sin poder moverse. Algunos reportaron por teléfono que nomás están esperando que se calmen las cosas para largarse. Un hombre lo dijo claro: “No sabemos qué va a pasar, nomás queremos salir vivos”.
Los sicarios hacen lo que quieren
Mientras la Guardia Nacional y el Ejército andan patrullando, los grupos armados siguen mandando en la zona. Dicen que llegaron hasta con drones y explosivos para volar una casa en Bacayopa. También hay reportes de gente levantada, pero nadie sabe dónde están ni si volverán.
Se cuenta que agarraron a dos indígenas tarahumaras pa’ que les sirvan de guías por los cerros y llevarlos hasta Los Camellones, un punto clave en la sierra.
Los grupos que están en guerra operan desde Las Tatemas, El Amapal, Cuitaboca y más arriba, en San José de Gracia. No están solos, porque se les sumó otra bola de hombres de Chihuahua.
El gobierno nomás dice que todo está «controlado»
Las autoridades insisten en que todo está bajo control, pero los que viven ahí dicen otra cosa: la Guardia Nacional está, pero los balazos siguen y los pueblos cada vez están más vacíos.
La gente ya está pidiendo a gritos que el gobierno federal meta las manos antes de que esto se vuelva todavía peor. Mientras tanto, el éxodo sigue: familias enteras dejan sus casas, sus tierras y su vida en la sierra, porque quedarse ya no es opción.