Culiacán y otras poblaciones de Sinaloa se encuentran sumidas en una ola de violencia y criminalidad provocada por la lucha entre los grupos del narcotráfico, generando un ambiente de miedo y desestabilización que afecta cada aspecto de la vida diaria.

Culiacán, a 1 de octubre de 2024.– Durante la cuarta semana de intensos enfrentamientos, Culiacán y otras poblaciones de Sinaloa se han transformado en auténticos campos de batalla. La pugna entre los grupos del narcotráfico, como los Mayos y Chapos, se ha intensificado, exacerbada por la alta presencia de las fuerzas federales. Esta situación ha resultado en una alarmante suma de asesinatos, levantones, robos y una parálisis generalizada de muchas actividades económicas y sociales en la capital y en diversas comunidades.

Todo está afectado: desde la seguridad y la movilidad, hasta el funcionamiento de trabajos y escuelas. Las rutinas diarias han sido interrumpidas de manera drástica. La sensación es que Culiacán está experimentando todo al mismo tiempo, con eventos violentos que ocurren con tal frecuencia que se hace casi imposible mantener el control sobre lo que sucede. Es un ciclo de violencia que se repite, dejando a los ciudadanos aterrorizados y con la percepción de que la normalidad se ha vuelto un concepto lejano.

Mientras algunos se preguntan cuándo terminará esta situación, otros ya han sentido las consecuencias de la violencia en sus vidas. Muchos han abandonado sus hogares, han perdido sus trabajos y viven en un estado de constante incertidumbre. La semana pasada, un mapa de levantones reveló que hay más de 100 desapariciones documentadas, reflejando la gravedad de la crisis.

La intervención de la Secretaría de la Defensa en la Policía Municipal de Culiacán ha complicado aún más el panorama. Aunque se justifica como una revisión de armamento, hay una preocupación palpable sobre la posibilidad de que se repita la historia de intervención militar en las funciones policiales. Las versiones de cada suceso circulan rápidamente en las redes sociales, generando un ambiente enrarecido por la desconfianza y la desinformación.

Con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia el 1 de octubre, se anticipan cambios significativos en la estructura del poder federal. La movilización de fuerzas armadas en la entidad ha ido en aumento, lo que sugiere que hay objetivos más allá de la contención de la violencia. Sin embargo, es incierto qué consecuencias tendrán estos cambios en una región que ya ha sido marcada por semanas de violencia ininterrumpida.